Al grito de «Alá es grande», un joven ha asesinado al sacerdote Andrea Santoro en su iglesia de Turquía. La ira provocada por la publicación de 12 dibujos de Mahoma, algunos de dudoso gusto -como el que representa al profeta con un turbante-bomba- en un diario danés y otro noruego, luego reproducidas por otros medios europeos, se ha transformado en cólera y ha mutado en fervor asesino.
La muerte de Andrea Santoro
El sacerdote católico Andrea Santoro podría ser la primera víctima. Santoro, de 60 años, ha muerto el 5 de febrero de 2006 abatido por dos disparos en el pecho a las puertas de su iglesia, en la ciudad portuaria de Trebisonda, junto al mar Negro. Aunque la Policía turca, que busca a un joven como autor del asesinato gracias a las declaraciones de los testigos, no quiso relacionar el incidente con la «guerra» por las viñetas de Mahoma, lo cierto es que la curia romana ya ha proclamado a Santoro como primer mártir del conflicto religioso. Horas antes de que tuviera lugar esta muerte, unos 300 turcos se manifestaron en Estambul contra los dibujos con pancartas en las que se podían leer amenazas directas a europeos y norteamericanos.
El sacerdote recibió dos disparos en el pecho que le atravesaron el hígado y el corazón sobre las 15:30, al término de la Santa Misa, en horario de visitas, a manos de un joven de unos 17 años que gritó «Allah Akbar» (Alá es grande) para darse a la fuga de inmediato, según informaron varios testigos. El cuerpo de Santaro quedó inerte, rodeado de sangre en el jardín, justo a las puertas de la iglesia de Santa María, construida en el siglo XIX durante el gobierno del sultán otomano Abdulmecid para servir a los cristianos de la zona. El gobernador de Trabzon, Huseyin Yavuzdemir, afirmó que el sacerdote llevaba residiendo en Turquía unos cinco años y que había recibido amenazas por su labor religiosa pese a lo cual nunca requirió protección de las autoridades. «Condenamos el ataque contra un hombre de religión», expresó el gobernador.
Santoro defendió el diálogo con el islam y se había convertido en un icono del entendimiento entre religiones y en un firme defensor del diálogo con el islam. Deseaba la creación de un puente entre Oriente Medio y Occidente, según escribió él mismo en una carta publicada por la diócesis de Roma. Santoro quería «hacer de ventana entre mundos lejanos, entre el Medio Oriente y Occidente; entre el islam, el judaísmo y las iglesias cristianas». Explicaba que «ser ventana significa ser lugar de comunicación y de encuentro». En otro mensaje a su parroquia el sacerdote aseguraba que había escuchado «cuan importante y posible de realizar es un intercambio de dones espirituales entre Oriente y Occidente». Y luego agregaba: «Oriente Medio, la Tierra Santa donde Dios decidió comunicarse de modo especial con el hombre, tiene sus riquezas y su capacidad gracias a la luz que Dios ha puesto allí siempre para iluminar nuestro mundo occidental». Sin embargo, también aseguraba que «Oriente Medio tiene su oscuridad, sus problemas trágicos, y sus rostros. Por ello, tiene necesidad a su vez de que el Evangelio que de allí ha partido sea de nuevo sembrado. Es una recíproca reevangelización y enriquecimiento que los dos mundos se puede intercambiar».
Reacciones ante su asesinato
El enviado del Papa Benedicto XVI en Ankara, Monseñor Antonio Lucibello, aseguró que la mujer que asistía al sacerdote le explicó que Santoro fue asesinado mientras se encontraba rezando «de rodillas en la primera hilera de escaleras de la iglesia». «No pudo ver a su asesino cara a cara», añadió Lucibello. Desde Roma, el cardenal Camillo Ruini afirmó que Santoro «vertió su sangre por el Señor. La diócesis de Roma está orgullosa de él». «Los sacerdotes que estimaban a Andrea Santoro», cura de la parroquia romana de Jesús de Nazaret, «están profundamente conmocionados por esta tristísima noticia», remarcó Ruini. El cardenal Ruini recordó el deseo del sacerdote de poder dejar Roma para ir a la península de Anatolia y «ser en aquella tierra testimonio silencioso y predicador de Jesucristo con respeto a las leyes locales».
El Papa Benedicto XVI quiso recordar durante la audiencia general del 8 de febrero de 2006 a Andrea Santoro, sacerdote asesinado en Turquía, y dijo que espera que "el sacrificio de su vida contribuya a la causa del dialogo entre las religiones y de la paz entre los pueblos". "No podemos no recordar hoy a Andrea Santoro, el sacerdote Fidei Donum de la diócesis de Roma asesinado en Turquía el pasado domingo mientras estaba rezando en su iglesia", dijo el Papa durante los saludos en italiano y pidió que "el señor acoja el alma de este silencioso y valiente servidor del Evangelio". Benedicto XVI además comentó que en estos días le había llegado una carta del sacerdote, escrita el 31 de enero junto a la pequeña comunidad cristiana de la parroquia Santa Maria en Trebisonda y explicó que sintió "una profunda conmoción por esta carta, que es un espejo de su alma sacerdotal y de su labor". Junto a la carta de Santoro, el Papa comentó además que le llegó una misiva de las mujeres de la parroquia de Trebisonda en la que le realizaban una invitación a visitar la localidad.
Posteriormente el Pontífice aludió a su figura en la Misa Crismal del 13 de abril de 2006, concelebrada con el clero de Roma al que pertenecía este sacerdote.
Las palabras hacia el sacerdote asesinado arrancaron un aplauso a las 8.000 personas que acudieron hoy a la audiencia general celebrada en el aula Pablo VI, al que Benedicto XVI contestó conmovido con un "muchas gracias por este aplauso".
Mons. Giuseppe Andreozzi, Director de la Oficina para la Cooperación misionera entre las Iglesias de la CEI (conferencia Episcopal italiana) y Director nacional de las Obras Misionales Pontificias, también ha manifestado su emoción por este hecho. "Todavía me encuentro en Brasil después del encuentro de Fidei Donum italianos en América latina, donde ha sido unánime el deseo de nuestros sacerdotes de continuar el servicio misionero en otras Iglesias, cuando ha llegado la dolorosa noticia de la muerte de don Andrea en Turquía" escribe comentando la muerte de Andrea Santoro, sacerdote Fidei Donum de la Diócesis de Roma. "Los testimonios sobre don Andrea muestran su gran ardor misionero y el deseo de desgastarse en las difíciles fronteras de la evangelización de los pueblos para que el Evangelio suscite fraternidad entre las personas y los pueblos, las culturas y las religiones. Cuanto más las locuras de los hombres parecen hacer difícil este objetivo, la muerte de don Andrea es el grano que cae por tierra y la fe ayuda a creer que dará fruto de ulteriores vocaciones y servicios misioneros".
Entre los numerosos testimonios de solidaridad llegados de los sacerdotes Fidei Donum, de misioneros y de las Iglesias locales, Mons. Andreozzi cita el mensaje que Mons. Luigi Bressan, Arzobispo de Trento, Presidente de la Comisión episcopal para la evangelización de los Pueblos y la Cooperación entre las Iglesias de la CEI, que ha enviado al Cardenal Camillo Ruini y a la Iglesia de Roma. Mons. Bressan se une al sufrimiento de la Iglesia que está en Roma, "por la pérdida de un hijo tan generoso que se ofreció como Fidei Donum para estar al servicio de una comunidad aunque fuera pequeña en tierra turca y para la promoción del diálogo y la colaboración entre grupos religiosos de diversa inspiración". "Pido para que él esté en la luz de Cristo -continúa el mensaje- que presentaba a los fieles en el ministerio pastoral en Roma y que deseó hacer conocer también en tierra lejana, con generoso espíritu misionero". El arzobispo Bressan espera que don Andrea, "mártir por amor a Cristo y a su Iglesia", interceda ahora desde el cielo para que todas las parroquias "tengan realmente un rostro misionero y la controversia entre los grupos religiosos se transforme en plena libertad religiosa, en mutuo respeto, diálogo constructivo y colaboración para todo el mundo”.
Los sacerdotes diocesanos Fidei Donum toman el nombre de la encíclica del Papa Pío XII Fidei Donum del 21 de abril de 1957 en la que el Papa pide a los Obispos de las diócesis más antiguas enviar sacerdotes y laicos como "un don" de la fe a las diócesis de las jóvenes Iglesias de África. Este llamamiento se extendió también luego a otros continentes. En estos meses se están promoviendo una serie de iniciativas para una reflexión y un lanzamiento de este servicio misionero con vistas al 50° aniversario de la publicación de la Encíclica.