Durante el rezo del Ángelus del día 3 de septiembre, el Pontífice propone a san Gregorio Magno como modelo para pastores y políticos.
Benedicto XVI recordó el 3 de septiembre a todos los sacerdotes cuál debe ser su principal signo de identidad: «La vida del pastor de almas tiene que ser una síntesis equilibrada entre contemplación y acción». Con estas palabras se dirigió ayer el Pontífice a los miles de fieles que se reunieron en el patio de su residencia veraniega de Castelgandolfo para acompañarle en el rezo dominical del Ángelus.
La jornada estuvo marcada de forma muy especial por la figura de san Gregorio Magno, Papa y doctor de la Iglesia (en torno al año 540-604), que el calendario romano recordaba en el día de ayer. El Santo Padre no dudó en poner como modelo a este santo, aunque no sólo para los sacerdotes sino también para los políticos. «Su singular figura, diría casi única, es un ejemplo que hay que presentar tanto a los pastores de la Iglesia como a los administradores públicos», aseguró. ¿Y en qué radica esta singularidad? La mayor parte de la intervención de Benedicto XVI estuvo encaminada a explicar precisamente este punto. «Como funcionario imperial (san Gregorio) se distinguió por su capacidad administrativa y su integridad moral», explicó el Pontífice, «mientras tanto, en su interior, maduraba la vocación a la vida monástica, que abrazó en el año 574, cuando falleció su padre».
Para Benedicto XVI, uno de los puntos más importantes de este santo es que «incluso cuando fue enviado por el Papa como su representante ante el emperador de Oriente, mantuvo un estilo de vida monástico, sencillo y pobre». Esa sencillez y humildad que manifestó toda su vida también se hizo patente cuando fue elegido para ocupar la Cátedra de Pedro. «Trató por todos los medios evitar el nombramiento, pero al final tuvo que rendirse y, dejando a su pesar el claustro, se dedicó a la comunidad, consciente de que estaba desempeñando un deber y de que era un simple “siervo de los siervos de Dios”», describió.
Durante este fin de semana, el Papa ha celebrado un simposio con antiguos alumnos suyos sobre la controversia entre «evolución y creación». Este seminario de discusión y debate, celebrado a puerta cerrada, continúa con una tradición que el propio Joseph Ratzinger inició cuando fue elegido arzobispo de Munich. Sus obligaciones como Papa no le han impedido volver a reunirse con sus alumnos.
Fuente: Ecclesia Digital, 4 de septiembre de 2006
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