El perfil del nuevo Papa

el . Publicado en Noticias de 2025

El perfil del nuevo PapaMucho se habla estos días de cuáles deben ser las características del Papa que probablemente en unos días elegirán los Cardenales en el cónclave. Parecería que estamos en un proceso de selección de personal y estamos trazando el perfil del candidato.

Entre los criterios que se hablan, está la capacidad de transmitir la fe, de evangelizar en la sociedad actual y de dialogar con el mundo contemporáneo, que es en muchos aspectos tan distinto del que había en 2013 cuando Francisco fue elegido, o del de hace veinte años, cuando Benedicto XVI llegó a la cátedra de Pedro.

Obviamente me parece oportuno que el nuevo Papa tenga el don de difundir el Evangelio. Pero no podemos olvidarnos que la tarea de evangelizar no corresponde exclusivamente al Papa, sino a todos los bautizados. En efecto, el Señor dijo «id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16, 15) a todos sus discípulos, no solo a los obispos y sacerdotes. Así lo recuerdan muchos documentos doctrinales contemporáneos, entre ellos el Concilio Vaticano II (cf. Decr. Ad Gentes, n. 21).

Aún más, según el mismo Concilio, el diálogo con el mundo contemporáneo corresponde principalmente a los laicos, no a los clérigos ni a los religiosos: al menos si este diálogo lo interpretamos como una consecuencia de la exigencia de «establecer el orden temporal de forma que, observando íntegramente sus propias leyes, esté conforme con los últimos principios de la vida cristiana, adaptándose a las variadas circunstancias de lugares, tiempos y pueblos» (Decr. Apostolicam actuositatem, n. 7).

Y a veces me parece que hay una cierta comodidad por parte de algunos, al no asumir la obligación que todos tenemos, por el bautismo, de difundir el Evangelio. Diríamos que muchos cristianos intentan delegar en los Obispos y en el Papa esta responsabilidad. Y ¿por qué no decirlo? a veces me encuentro con que echan la culpa de los males de la sociedad a la Jerarquía, quizá porque no hablaron con tanta claridad como algunos desearían o no dieron la solución católica a los problemas sociales.

Por ello, me parece oportuno recordar que al próximo Papa no le podemos pedir que transforme cristianamente el mundo de la cultura, que introduzca la doctrina social en la empresa y en los sindicatos, que convenza a los parlamentos para que las leyes que elaboran respeten la ley natural, que elabore estudios bien fundados con argumentos médicos profundos para que en los hospitales se vivan las indicaciones de la bioética, etc. Su misión es distinta: Jesucristo dijo a San Pedro que confirmara en la fe a sus hermanos (cf. Lc 22, 31), no que fuera a Roma a sustituir al Senado y al César y a los artistas y literatos de su momento. La cultura romana fue cristianizada, y lo hicieron los laicos porque eran conscientes de su misión. Dios quiera que los laicos de hoy también sepan renovar cristianamente las estructuras de la sociedad.

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