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San Manuel González, el obispo de los Sagrarios abandonados

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San Manuel González, el obispo de los Sagrarios abandonadosSan Manuel González García nació en Sevilla el 25 de febrero de 1877 en el seno de una familia sencilla y religiosa. Ingresó en el Colegio San Miguel, donde estaban los niños del coro de la Catedral de Sevilla. Antes de los diez años pasó a formar parte de los Seises, un conocido grupo de niños que bailan delante del Santísimo de la Catedral de Sevilla en la Octava del Corpus Christi y en la Octava de la Inmaculada Concepción.

Fue ordenado sacerdote en 1901. En 1902 acude al pueblo de Palomares del Río, cerca de Sevilla, en misión. Allí se siente abrumado ante las dificultades y queda impresionado por la soledad de Jesús en el Sagrario. Él mismo narra:

“Fuime derecho al Sagrario… y ¡qué Sagrario, Dios mío! ¡Qué esfuerzos tuvieron que hacer allí mi fe y mi valor para no salir corriendo para mi casa! Pero no huí. Allí de rodillas… mi fe veía a un Jesús tan callado, tan paciente, tan bueno, que me miraba… que me decía mucho y me pedía más, una mirada en la que se reflejaba todo lo triste del Evangelio… La mirada de Jesucristo en esos Sagrarios es una mirada que se clava en el alma y no se olvida nunca. Vino a ser para mí como punto de partida para ver, entender y sentir todo mi ministerio sacerdotal”.

Esta experiencia marcó su vida sacerdotal, que se centró en la difusión de la piedad eucarística.

Desde 1905 es destinado a Huelva, donde muy joven fue designado Arcipreste. Siendo párroco de la parroquia de San Pedro, se preocupó también de la situación de las familias necesitadas y de los niños, para los que fundó escuelas. Por entonces publicó el primero de sus numerosos libros, Lo que puede un cura hoy, que se convirtió en punto de referencia para los sacerdotes.

El 4 de marzo de 1910, ante un grupo de fieles colaboradoras en su actividad apostólica, derramó el gran anhelo de su corazón. Así nos lo narra:

“Permitidme que, yo que invoco muchas veces la solicitud de vuestra caridad en favor de los niños pobres y de todos los pobres abandonados, invoque hoy vuestra atención y vuestra cooperación en favor del más abandonado de todos los pobres: el Santísimo Sacramento. Os pido una limosna de cariño para Jesucristo Sacramentado... os pido por el amor de María Inmaculada y por el amor de ese Corazón tan mal correspondido, que os hagáis las Marías de esos Sagrarios abandonados”.

De esta manera nace la «Obra para los Sagrarios-Calvarios», a la que pronto siguieron otras instituciones con el fin de acompañar a Jesús Sacramentado, que pronto se extendieron por todo el mundo. Fundó también dos revistas de acción eucarística: "El granito de Arena" (para adultos) y "RIE" (para los niños), y escribió libros de oración, formación sacerdotal y catequesis.

Fue Obispo auxiliar de Málaga desde 1916 y desde 1920 residencial. Fue trasladado a Palencia en 1935. Una muestra de su espíritu ocurrió cuando recibió en 1920 el nombramiento de Obispo residencial: decidió celebrar este acontecimiento dando un banquete a los niños pobres, en vez de a las autoridades; estas, junto con los sacerdotes y seminaristas, sirvieron la comida a los tres mil niños.

Como Obispo de Málaga padeció la saña anticlerical y la furia laicista que acompañó a este periodo de la historia española. En 1931 el palacio episcopal fue incendiado y debió huir de su ciudad a Gibraltar para no poner en peligro a los que le recibieron.

Con razón ya en vida era llamado el Obispo de los sagrarios abandonados.

Falleció en Madrid el 4 de enero de 1940. Fue enterrado en la Capilla del Sagrario de la catedral de Palencia. Su epitafio fue dictado por él mismo:

«Pido ser enterrado junto a un Sagrario,
para que mis huesos, después de muerto,
como mi lengua y mi pluma en vida,
estén siempre diciendo a los que pasen:
¡Ahí está Jesús! ¡Ahí está! ¡No lo dejéis abandonado!.
Madre Inmaculada, san Juan, santas Marías,
llevad mi alma a la compañía eterna
del Corazón de Jesús en el cielo».

Fue beatificado en 2001 por San Juan Pablo II y canonizado en 2016 por el papa Francisco. Su fiesta se celebra el 4 de enero. El Papa San Juan Pablo II, con motivo de su beatificación, lo propuso como "modelo de fe eucarística".

Con informaciones de la página web del Vaticano y otras fuentes

Puede descargar el libro Lo que puede un cura hoy, escrito por San Manuel González, en el siguiente enlace:

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