Vida Sacerdotal - Información para sacerdotes

El clericalismo, un mal hacia dentro y hacia fueraUna de las realidades originalmente evangélicas en la vida de la Iglesia es el Orden Sagrado. A Jesús lo siguieron multitudes; no obstante, Él eligió a los Apóstoles para la santificación, la enseñanza y el gobierno en la Iglesia. En la actualidad, debido a una réplica de la ideología protestante que afirma la inexistencia de un sacerdocio ministerial como distinto de otro común, es importantísimo recordar la doctrina católica sobre el Orden Sagrado.

Enseñar la existencia del Orden Sagrado, entonces, implica hablar de poder. No se reduce al poder la naturaleza de un sacramento que incluye tres grados como el episcopado, el presbiterado y el diaconado, dado que su finalidad es la glorificación de Dios y la santificación de los fieles, pero tampoco se puede negar esa realidad. Un obispo, ya se trate del sumo pontífice o de quien se le confió una diócesis en la selva en la que hay más flora y fauna que fieles cristianos, es un hombre con poder. Hace falta tenerlo en cuenta para honrar como corresponde al episcopado, por una parte, como para avizorar y prevenir los riesgos del ejercicio del poder correspondiente, por otra. Un tema delicado si los hay, por cierto.

La muerte de un confesorSaltó a la prensa la noticia estos días del fallecimiento del cardenal Luis Pascual Dri, a los 98 años. Este no era muy conocido entre los periodistas, no asistió en Roma a las congregaciones generales del reciente periodo de sede vacante ni concedió entrevistas pronosticando resultados del cónclave. Pero seguro que era uno de los cardenales más influyentes del Colegio, aunque de modo distinto a los demás. Su vida consistió en dedicarse al ministerio del sacramento del perdón, a lo que se entregaba con admirable celo. Tanto que seguía confesando a pesar de su avanzada edad casi hasta el último momento.

Entre sus penitentes se encontraba el cardenal Bergoglio, el cual, siendo Papa Francisco, lo creó Cardenal en 2023, quizá como homenaje a todos los sacerdotes que se dedican a administrar el sacramento de la penitencia.

El perfil del nuevo PapaMucho se habla estos días de cuáles deben ser las características del Papa que probablemente en unos días elegirán los Cardenales en el cónclave. Parecería que estamos en un proceso de selección de personal y estamos trazando el perfil del candidato.

Entre los criterios que se hablan, está la capacidad de transmitir la fe, de evangelizar en la sociedad actual y de dialogar con el mundo contemporáneo, que es en muchos aspectos tan distinto del que había en 2013 cuando Francisco fue elegido, o del de hace veinte años, cuando Benedicto XVI llegó a la cátedra de Pedro.

Santa Misa con ordenaciones presbiterales
Homilía del Santo Padre León XIV

Basílica de San Pedro
Fiestade la Visitación de la Virgen María - Sábado, 31 de mayo de 2025

¡Queridos hermanos y hermanas!

Hoy es un día de gran alegría para la Iglesia y para cada uno de ustedes, futuros sacerdotes, junto con sus familiares, amigos y compañeros de camino durante los años de formación. Como destaca el Rito de la Ordenación en varios pasajes, es fundamental la relación entre lo que hoy celebramos y el pueblo de Dios. La profundidad, la amplitud e incluso la duración de la alegría divina que ahora compartimos es directamente proporcional a los lazos que existen y crecerán entre ustedes, los ordenandos, y el pueblo del que proceden, del que siguen formando parte y al que son enviados. Me detendré en este aspecto, teniendo siempre presente que la identidad del sacerdote depende de la unión con Cristo, sumo yeterno sacerdote. Somos pueblo de Dios. El Concilio Vaticano II hizo más viva esta conciencia, casi anticipando un tiempo en el que las pertenencias se debilitarían y el sentido de Dios se volvería más difícil de percibir. Ustedes son testimonio de que Dios no se ha cansado de reunir a sus hijos, aunque sean diferentes, y de constituirlos en una unidad dinámica. No se trata de una acción impetuosa, sino de esa brisa suave que devuelve la esperanza al profeta Elías en el momento del desánimo (cf. 1 Re 19,1; 11). La alegría de Dios no es ruidosa, pero cambia realmente la historia y nos acerca unos a otros. Es icono de ello el misterio de la Visitación, que la Iglesia contempla en el último día de mayo. Del encuentro entre la Virgen María y su prima Isabel surge el Magníficat, el canto de un pueblo visitado por la gracia.

Homilía del Papa Francisco en la Misa Crismal
Basílica de San Pedro, jueves santo, 17 de abril de 2025

Queridos obispos y sacerdotes,
queridos hermanos y hermanas:

«El Alfa y la Omega […], el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso» (Ap 1,8) es Jesús. Precisamente el Jesús que Lucas nos describe en la sinagoga de Nazaret, entre quienes lo conocen desde niño y ahora se maravillan de Él. La revelación —“apocalipsis” — se ofrece dentro de los límites del tiempo y del espacio: tiene como eje la carne, que sostiene la esperanza. La carne de Jesús y la nuestra. El último libro de la Biblia narra esta esperanza. Lo hace de forma original, disipando todos los miedos apocalípticos a la luz del amor crucificado. En Jesús se abre el libro de la historia y puede leerse.

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