Artículo de Josep-Ignasi Saranyana, con motivo de la ordenación presbiteral en Tenerife (España) de un convertido al catolicismo que había sido pastor anglicano.
Por concesión papal, un pastor anglicano casado, convertido a la Iglesia católica, ha sido ordenado en Canarias. Estas ordenaciones están previstas desde antiguo por la praxis eclesiástica, aunque son excepcionales. Ya en el siglo XVIII, los pastores anglicanos que se incorporaban al catolicismo eran consagrados nuevamente, con dispensa pontificia, sin restricción alguna.
No se confundan, pues, las ordenaciones de ex ministros anglicanos en la Iglesia católica con las ordenaciones de ministros anglicanos en Constantinopla. Cuando León XIII declaró inválidas las ordenaciones del rito anglicano, algunos acudieron a la Iglesia ortodoxa -no a Roma- para asegurar la validez de su sacerdocio.
Lo sucedido ahora en Canarias no es nuevo. Sin embargo, ha despertado interés, porque se piensa que la ordenación de Gliwitzki podría significar que Roma busca fórmulas para abolir el celibato. "Aunque posiblemente se tarde 50 ó 60 años", se ha dicho.
La Iglesia católica requiere siempre el celibato, aunque con dos niveles de exigencia, según el rito. El rito católico latino (muy mayoritario) presupone que el candidato al presbiterado ha recibido dos gracias distintas, pero inseparables: la vocación al sacerdocio y la vocación al celibato. A su modo, los ritos católicos orientales también exigen el celibato. Si el ordenando quiere casarse debe hacerlo antes de la ordenación. Ya ordenado no podrá casarse. Si está casado, no podrá ser obispo, plenitud del sacerdocio.
Una disciplina, mantenida durante casi veinte siglos pese a continuadas protestas y a ser descuidada por muchos, no puede trivializarse, si creemos que el Espíritu Santo es el alma de la Iglesia. Hay que tomarla en serio, incluso especulativamente. Decía Pablo VI, en su encíclica sobre el celibato sacerdotal, que es preciso "perseverar en el estudio de suerte que el vínculo entre el sacerdocio y el celibato aparezca cada vez más en su lógica luminosa y heroica". Hay razones no sólo disciplinares, sino también teológico-dogmáticas para mantener la exigencia del celibato a los sacerdotes católicos.
Fuente: La Vanguardia (Barcelona), 12 de septiembre de 2005
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