El Mundial de Max
Mientras escribo estas líneas, se escuchan por las ventanas de mi casa los gritos de júbilo de la gente por la victoria argentina en el Mundial de Qatar y los bocinazos con ritmo de celebración de los automóviles que se dirigen al Obelisco a disfrutar con la multitud. En Buenos Aires el Obelisco es el lugar de reunión en las grandes fiestas populares.
Durante la primera parte del partido contra la selección de Francia, tuve que salir a la calle. Sorprendía que estaba muy vacía, más que en los peores momentos de la pandemia: eran las doce del mediodía en un día primaveral espléndido pero no había nadie. Salvo Max.